Ordenación de mujeres desafía a la Iglesia Católica

Lºa ceremonia tuvo lugar el pasado 2 de julio, en una embarcación. Fue dirigida por otras tres mujeres que se declaran obispas: la austríaca Christine Mayr-Lumetzberger, la alemana Gisela Forster y la sudafricana Patricia Fresen. Ellas recibieron su mandato del arzobispo argentino cismático de la Iglesia Católica y Apostólica Carismática de Cristo Rey, Rómulo Antonio Braschi.

Genevieve Beney -una mujer menuda de 55 años, casada con un protestante y sin hijos- protagonista del primer desafío de este año a la Iglesia, es una ex profesora de gimnasia que estudió Teología en la Universidad de Estrasburgo, y se incorporó a un movimiento internacional llamado Iniciativa de Mujeres Ministros Ordenadas en la Iglesia Católica Romana (Immoic).

 

GESTO RELIGIOSO, NO ESPECTACULO

Con un amplio vestido veraniego de color naranja, Beney arribó a media tarde -con amigos, feministas, simpatizantes católicos llegados de diversos puntos de Europa y Estados Unidos y varios periodistas- a la embarcación, que con 60 personas a bordo soltó amarras y empezó a remontar el río Saona mientras se llevaba a cabo la ordenación.

Beney, que antes admitió que el suyo era un acto de protesta, no quiso hablar con la prensa porque, según sus amigas, no quiso transformar este gesto religioso en espectáculo. En un comunicado, explicó que «esta ordenación es una transgression» porque «está en ruptura con una situación que considero obsoleta por injusta con las mujeres, una situación que mantiene la desigualdad entre varones y mujeres en materia de responsabilidades y toma de decisiones eclesiales. En un momento en que la sociedad civil oscila entre progresos democráticos y peligro de integrismos de todo tipo, ¿no es hora de que la Iglesia Católica recupere su papel profético contra las discriminaciones y opresiones contra las mujeres?», argumentó.

 

UNA CUESTION DE DIGNIDAD HUMANA

La Immoic se queja de que las mujeres no sólo no pueden ocupar «ninguna posición de autoridad espiritual en la iglesia, sino que el Vaticano se ha convertido en el campeón de los que se oponen al derecho de las mujeres a seguir su propia conciencia sobre su maternidad».

«Nuestra transgresión de mujeres ordenadas es legítima, ya que es una cuestión de dignidad humana, poder responder por libre voluntad al llamado recibido es un derecho inalienable», alega. También enfatiza que «en un momento en que se atraviesa un invierno demográfico de vocaciones sacerdotales de varones solteros, organizaciones de mujeres y varones católicos en todos los continentes luchan porque cese la exclusión de mujeres y varones casados del acceso a todos los ministerios eclesiales».

Las obispas  todas ya excomulgadas- explicaron a la prensa que las ordenaciones de mujeres se hacen sobre un barco para recordar aquel en el que Jesús llamó a sus primeros apóstoles y para simbolizar la fragilidad de su posición en el seno de la Iglesia. «Vinimos a Lyon porque es la ciudad de los primeros mártires de Galia. Mártir quiere decir testigo y nuestro compromiso quiere ser testimonio, cueste lo que nos cueste en dolores, agresiones, soledad», explicó Gisela Forster. «Pero nosotras amamos a la Iglesia Católica. Ella perdió su filosofía original, se ha centrado demasiado sobre la sexualidad. Pero es nuestra iglesia y no se abandona a un amigo enfermo», agregó.

Casada y habitante de Munich, la obispa alemana habitualmente celebra misa, confiesa a quienes se lo solicitan, bendice matrimonios, bautiza, acompaña moribundos.

«Uno de los medios de cambiar una ley injusta es violándola«, afirmó la obispa sudafricana Patricia Fresen, ex religiosa dominicana que actualmente vive en Munich, donde se encarga de la formación de futuras mujeres sacerdotes.

 

EL MOVIMIENTO VA A MAS

El arzobispo de Lyon, cardenal Philippe Barbarin, lamentó la «estrategia de provocación, de desafío y de ruptura escogida por Beney». El le había pedido que renunciara a ese «acto grave de ruptura», y enfatizó que en la ceremonia no habría «ninguna verdad en las palabras que se pronuncien ni en los actos que se hagan».

Stanilas Lalanne, secretario general de la Conferencia Episcopal Francesa, recordó que «para la Iglesia es importante respetar el hecho de que varones y mujeres tenemos una igualdad de dignidad, pero no estamos necesariamente llamados a tener las mismas funciones». Insistió en que «la Iglesia es una institución con reglas precisas. Uno no puede hacer lo que quiera, si no, sería la anarquía».

Para el próximo 25 de julio está prevista la ordenación de nueve mujeres más en Canadá, y otras 60 se preparan para lo mismo en Alemania, Austria, Suiza, Holanda, Suecia, Canadá y Estados Unidos.

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